LA JUVENTUD: LUCES Y SOMBRAS
Los jóvenes
son como las plantas: por los primeros frutos se ve lo que podemos esperar para
el porvenir”, según afirmó Sócrates, filósofo griego preocupado siempre en
educar a la juventud. Este pensamiento es actual y verdadero, aun siendo
formula- do hace veinticuatro siglos.
La forma de
comportamos en el presente repercute de manera directa en nuestro futuro, al
igual que en la construcción de una casa, los mate- riales que utilicemos como
cimientos serán primordiales a la hora de que ésta sea considerada como una
buena construcción, una que perdure en el tiempo. Desde mi punto de vista, la
juventud es un periodo de ilusiones, diversión, esperanza... pero también de
inquietudes. Un periodo de luces y sombras que van configurando los cimientos
sobre los que se levantará nuestra identidad del mañana. ¿Estamos escogiendo
los materiales adecuados?
La juventud
es una de las etapas más importantes en la vida del hombre pues, durante este
periodo, se nos traza el camino a seguir en nuestra vida, un camino en el que
encontraremos obstáculos que nos dificultan nuestro viaje, que nos harán
tropezar e incluso caer, la clave, a pesar de todo: saber levantarse. En la
juventud nos preparamos precisamente para eso: para salir adelante; afrontar
con decisión el sendero que se nos presenta, la dimensión problemática de la
vida e intentar llegar a ser felices pero, ¿real- mente nos estamos preparando?
A lo largo
de la Historia
el papel desempeñado por la juventud ha sido diferente. Si preguntamos a
nuestros padres, abuelos veremos que cada generación se ha comportado de
distinto modo debido a las circunstancias de la época, las mentalidades e
incluso, por qué no, al progreso. Pero, realmente ¿ha progresado la juventud de
hoy en día? ¿Tenemos más libertad o habría que hablar de libertinaje? ¿Más
posibilidades o menos capacidad de decisión? ¿Más diversión o menos
responsabilidad? ¿Qué es lo que realmente nos llena a los jóvenes?
A menudo me
pregunto si realmente somos felices o tan solo buscamos la máscara de la
diversión, del disfrutar… del convertimos en el famoso hombre-masa de Ortega y
Gasset que ha perdido la creatividad, la personalidad, el interés por la
cultura y que sólo se conforma con la felicidad superficial que dura sólo unos
instantes.
No me canso
de leer en la prensa, de escuchar en los medios de comunicación: “joven perdió
la vida en una de las discotecas céntricas de la localidad por sobredosis”, “heridos
graves en una pelea de bandas juveniles”, “aumentan el número de embarazos de
menores”, “se incrementa el número de ingresos de jóvenes en hospitales en
estado de coma etílico”... ¿Esta es la verdadera felicidad que buscamos? Es un
hecho que las actividades y los comportamientos de los jóvenes interesan y
preocupan a la sociedad en general, esto se deduce de la gran cantidad de
estudios que se han llevado a cabo sobre esta materia.
Ejemplos
actuales de lo anterior son los estudios realizados por la Fundación de Ayuda
contra la Drogadicción
(F AD) Y el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, que fueron debatidos el
pasado 22 de noviembre de 2005 en el Congreso Ser adolescente, hoy, los
cuales rebelan datos impactantes relacionados con las conductas de riesgo que
son cada vez más frecuentes entre los jóvenes de hoy en día. De este modo, este
congreso, que acogió a más de ochocientos expertos en Madrid, in- tentó
reclamar así una mayor implicación de la sociedad.
En mi
opinión, esta idea es funda- mental, puesto que la educación es la mejor vía
para llegar a la solución y a la raíz de dichos problemas y ésta debe ser una
labor en la que todos contribuyamos. Sólo así conseguiremos evitar datos como,
por ejemplo, que un 80% de los jóvenes escolares tome en ocasiones bebidas
alcohólicas o que el consumo de drogas cada vez sea mayor en edades más
tempranas (casi un 10% de los menores ha consumido en alguna ocasión cocaína y
más de un 40% ha probado el cannabis). Datos que deben ser motivo de estudio y
de preocupación no sólo, para los profesionales sino para todos. ¿Esta es la
juventud que queremos, la sociedad del mañana?
Uno de los
factores más decisivos en nuestro crecimiento es el entorno. De esta manera una
planta crecerá fuerte y saludable en el terreno adecuado, mientras que en un
terreno hostil y pedregoso no será capaz de subsistir. La amistad y el amor
ocupan los lugares más destacados y prioritarios en nuestra vida.
Debemos ser
críticos a la hora de decidir quién estará a nuestro lado, quién nos acompañará
en el camino de la vida. Especialmente, en la juventud recibimos constantes
influencias de nuestros amigos y compañeros que nos motivan a realizar determinadas
actividades, que nos acompañan y en los que depositamos plenamente nuestra
confianza.
Otro de los
temas destacados en la juventud, referentes a nuestro entorno, son las relaciones
afectivas tanto en lo relativo a la familia como a lo primeros amores. Ambas
cuestiones son aspectos que adquieren importante relevancia para nosotros, de
forma que influyen decisiva- mente en nuestro estado de ánimo y se reflejan
plenamente en nuestro comportamiento emocional. La idea de la familia como
valor prioritario refuerza la tendencia gene- racional de considerarla como
preferente en nuestro desarrollo.
Algunas
estadísticas demuestran nuestros principales rasgos, preocupaciones al mirar
hacia el futuro, relaci9nes con otros grupos sociales. .. Este es el caso del
sondeo de opinión realizado por el Instituto Nacional de la Juventud (INJU- VE), que
se llevó a cabo durante el año 2005
a través de encuestas.
Este estudio
ha revelado, por ejemplo, las principales inquietudes sociales y personales en
esta etapa de nuestra vida y de cara al futuro. En los primeros lugares se
encuentran el paro (400/0) y el terrorismo (30%), seguidos de la vivienda, las
drogas y, aun- que en menor medida, también señalan la inseguridad y la
delincuencia, los problemas económicos, la inmigración y los problemas
sociales.
La
importancia concedida a problemas económicos tales como la vivienda se debe a
la situación actual de los jóvenes, pues poseemos mayor libertad pero me- nos
autonomía económica, si comparamos este hecho con generaciones pasa- das como
la de nuestros padres.
Respecto a
esto, los encuestados también han señalado las diferencias frente a su
generación paterna. Nos consideramos más tolerantes, solidarios y
contestatarios pero me- nos maduros y más dependientes.
Por otro
lado, como es lógico, los jóvenes damos importancia a la salud, las relaciones
afectivas, al trabajo y a los estudios, a las prácticas de ocio y a la
sexualidad. Sin embargo, la política y la religión son aspectos que no llaman
demasiado la atención a la población juvenil como se deduce en la encuesta en
la que la mayoría se define como católico no practicante y un número bastante
alto como no creyente e incluso indiferente.
En general,
según mi criterio, los jóvenes mantenemos un alto nivel de satisfacción con
nuestra vida y parecemos gozar de un buen esta- do de ánimo. Así lo demuestra
el hecho de que en tomo a siete de cada 10 lo califiquen con términos
positivos, como alegre, animado, etc, etc. Pero también existe un 30% que lo
valora negativamente.
No debemos
olvidar que la juventud es también un periodo difícil. Como he mencionado al
principio, es un periodo de luces pero también de sombras. En los últimos años
se ha incrementa- do la anorexia en la población juvenil y son muchos los casos
de depresiones debido a estados de ánimos negativos, estrés, situaciones
afectivas problemáticas, planes frustrados. . .
En mi
opinión, la principal causa de esta visión negativa de nuestro esta- do de
ánimo radica en un bajo nivel de autoestima. Como comprobamos, son muchos los
trastornos emociona- les: minusvaloración de la persona, sentimiento de
inferioridad... que se producen durante estas edades. Estos deben ser
controlados desde un principio para evitar que se con- viertan en verdaderos
problemas que dificulten la vida del joven y necesiten ser tratados en
profundidad. En este momento, la figura de la familia, de las personas
allegadas, es primordial como apoyo ante los obstáculos. Pero sobre todo es
fundamental la forma en que nos valoramos. Debemos hacerlo siempre en la medida
de nuestras capacidades y no tratar de exigimos lo imposible pues esto nos
convertirá en una persona siempre insatisfecha consigo misma.
A pesar de
todo esto, de ser un periodo lleno de inquietudes, decisiones, obstáculos que
se nos interponen dificultan- do nuestro camino, la juventud es también una
etapa viva, repleta de luces, de ilusiones, de esperanza. Por todo ello, para
concluir, me gustaría destacar la importancia que ésta tiene dentro de la vida
del ser humano, ya que representa nuestro futuro colectivo, nuestro futuro
motor de vida, por lo que todos estamos implicados. De este modo, la educación
puesta en manos de la sociedad desempeña el papel clave a la hora de construir
un mundo verdaderamente mejor.
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