lunes, 21 de noviembre de 2011

La libertad cristiana


 La libertad cristiana
Trasfondo Bíblico: (1 Corintios 9:19-23; 10:23-11:1, 17-22)
Verdad central: La libertad cristiana es privilegio y responsabilidad.
Texto áureo: "Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros". Gálatas 5:13
Objetivos
1. Considerar hasta donde llega la libertad de la que goza el cristiano en la ausencia de las detalladas restricciones de la Ley.
2. Aceptar la responsabilidad de renunciar a las libertades personales para el progreso del evangelio y la edificación del Cuerpo de Cristo.
Bosquejo General:
I. La libertad y la responsabilidad
A. Los limites de la libertad
B. El interés por los demás
II. El abuso de la libertad
A. Las divisiones siguen
B. La conducta vergonzosa
III. El debido uso de la libertad
A. El sacrificio de los derechos personales
B. Siervo de todos
Introducción
En un tiempo el apóstol Pablo fue un esclavo de la ley. Fue librado de la ley cuando conoció a Cristo. Sin embargo, reconocía que no debía abusar de la libertad que tenia en Cristo. La libertad cristiana conlleva una gran responsabilidad y debe siempre ser motivada por el interés por los demás. Pablo se negaría a sí mismo la libertad legítima cuando causara problemas a los demás que carecían del entendimiento espiritual que él poseía. El prefería la conciencia de ellos a sus derechos propios. La gran misión de Pablo fue ganar almas perdidas para Cristo. Mientras que lo primordial para Pablo era obedecer a Dios, lo segundo era no estorbar a los demás con algunas acciones propias. Dejaría a un lado su propia libertad para ganar a alguien para el evangelio.
Comentario Bíblico
I. La libertad y la responsabilidad (1 Corintios 10:23 a 11:1)
A. Los límites de la libertad
"Todo" (versículo 23) incluye la enseñanza de Pablo tocante a lo que uno puede comer y beber. Pablo repite la palabra, poniendo énfasis en que ningún alimento en sí es pecaminoso. Parece que en realidad citaba a algunos de los miembros de la iglesia que insistían en que les era permitido comer o beber lo que quisieran. Bajo la gracia no estaban atados por las leyes dietéticas de Moisés, así que Pablo estuvo de acuerdo en que de veras podían comer y beber lo que quisieran.
Pregunta. ¿Por qué se deben reconocer los limites la libertad?
Sin embargo, Pablo respaldó su respuesta con dos declaraciones. La primera es: "No todo conviene", ni aprovecha. La segunda declaración es: "No todo edifica", o sea, no eleva a los demás ni promueve su bienestar. Debemos interesamos no sólo por nuestros propios intereses, sino por el "bien" de los demás (versículo 24).
B. El interés por los demás
La carne que se vendía en el mercado ya no tenía ningún significado religioso aunque hubiera sido ofrecida a un ídolo antes de venderse. Cuando el cristiano compraba la carne, Pablo dijo que no debía hacerse preguntas sobre dónde había estado antes de traerla al mercado. Después de todo, el Señor puso a los animales sobre la tierra y le pertenecen junto con todo lo demás (versículos 25 y 26). El ofrecer la carne a los ídolos sin vida no podía cambiar el hecho de que Dios es el dueño del mundo y todo lo que en él hay.
En el versículo 27 Pablo aplicó el mismo principio al cristiano a quien se invita a una comida en la casa de un incrédulo. Si no se menciona nada acerca de la carne sobre la mesa, el cristiano debe comerla, pero luego viene otro principio: El incrédulo podría decir: "Esto fue sacrificado a los ídolos" (versículo 28). En ese caso, el cristiano debería abstenerse, no porque le afectara la conciencia, sino por la posible influencia en el incrédulo. Si el creyente comiera la carne después que se le hubiera dicho que había sido ofrecida a los ídolos, eso sería como aprobar la idolatría.
En los versículos 29 y 30 Pablo se anticipó a la pregunta: "¿Por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro?" El versículo 31 la contesta enfáticamente: "Porque debes glorificar a Dios en todo lo que hagas, incluso el comer y beber." No le traería ninguna gloria a Dios si los cristianos hicieran algo que estorbara a los demás.
Pregunta: ¿Hasta qué punto pueden las acciones de una persona hacer que otros tropiecen?
El versículo 33 no implica que Pablo comprometería los principios cristianos para complacer a todos. Quiso decir que al ejercer su libertad cristiana no pensaría sólo en sus propios intereses. Hiciera lo que hiciera, incluso el comer y beber, haría todo lo posible para no poner obstáculos que estorbaran la salvación de los demás.
"No procurando mi propio beneficio, sino el de muchos" es el principio que guiaba a Pablo. Eso explicaba los límites que se había fijado en el ejercicio de la libertad que le pertenecía con justicia.
Los cristianos a menudo se enfrentan a costumbres que no se mencionan en la enseñanza bíblica. En este pasaje, Pablo establece dos pruebas para hacer la debida elección. En primer lugar, hay que considerar si cierto acto haría tropezar a alguien, o sea, si crearía un estorbo al incrédulo o al cristiano débil. Luego se debe decidir si esa actividad le daría gloria a Dios. ¿Podríamos contar con su bendición si la realizamos? Junto con la oración, esas dos guías dan una manera razonable de decidir el comportamiento cristiano.
II. El abuso de la libertad (1 Corintios 11:17-22)
A. Las divisiones siguen
Este pasaje contiene algunos de los reproches más duros de Pablo. Al comienzo del capítulo 11 dijo: "Os alabo, hermanos" (versículo 2), y mencionó su agradecimiento por su atención a sus enseñanzas. Sin embargo, tenía que tratar otra situación en la que no los podía encomiar. Introdujo esta sección de critica con un breve elogio para ablandar la dureza de su reproche, "no os alabo" (versículo 17).
Pregunta: ¿Cómo puede la asistencia a la iglesia convertirse en una función vacía?
Pablo dijo que sus reuniones en la iglesia hacían más mal que bien: "Porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor". El problema tenía sus raíces en las divisiones que seguían destrozando a la congregación. Pablo trataba de ser amable diciéndoles que "en parte" creía lo que había oído acerca de las razones por la falta de unidad. Esperaba que no fuera todo cierto pero estaba seguro que era más que un rumor.
Las disensiones de las que habla en el versículo 19 pueden ser el resultado de la difusión de la falsa doctrina, pero este no era el caso de ellos. La iglesia se había fragmentado por otras razones. Pablo dijo que si algo bueno podría resultar de tales divisiones, sería la revelación de los que seguían al Señor de veras. La conducta de los verdaderos discípulos pondría a luz los malos motivos de los que no seguían al Señor.
B. La conducta vergonzosa
Los corintios se burlaban de la cena del Señor. En la iglesia primitiva, a la participación en la Cena del Señor a menudo precedía un banquete de amor llamado el ágape.
Lo podríamos llamar una comida de confraternidad. Cada familia traía comida y todos comían juntos antes de participar en la comunión. Esa comida debía haberlos preparado para un precioso tiempo de adoración en la mesa del Señor.
Pregunta: ¿En qué sentido despreciaban algunos corintios a la Iglesia?
Sin embargo, lo que tenía la intención de ser un sagrado recordatorio del sacrifico de Jesús se degeneró hasta el punto en que no merecía el nombre de la Cena del Señor (versículo 20). No todos los miembros de la iglesia estaban en el mismo nivel económico. El versículo 21 describe el problema. Los ricos traían mucha comida y se daban a la glotonería, pero otros eran tan pobres que no podían traer nada o traían muy poco. Los ricos deberían compartir su comida con los pobres, pero no lo hacían. Lo peor de todo es que se preocupaban tanto por su propio placer que se emborrachaban. La reunión se había convertido en fiesta y no de adoración.
En el versículo 22, Pablo les informa que si quieren celebrar así, sea en sus hogares, no en la iglesia. Tal comportamiento demostraba desprecio a la iglesia. Pablo volvió a repetir su introducción al tema, primero preguntando: "¿Os alabaré?" Terminó diciendo enfáticamente: "En esto no os alabo." En el resto del capítulo Pablo les recordó cómo se había originado la Cena del Señor. Siguió advirtiéndoles sobre las serias consecuencias espirituales que les esperaban si no se arrepentían y cambiaban su comportamiento.
Todos los creyentes están en el mismo nivel ante Dios, no importa cuál sea su nivel social ni su posición económica. Los que tienen abundancia deben compartirla con los necesitados. Las diferencias en los niveles de bendición material no deben ser causa de división.
III. El debido uso de la libertad (1 Corintios 9:19-23)
A. El sacrificio de los derechos personales
Muy a menudo los enemigos de Pablo lo atacaban respecto a su autoridad apostólica. Pablo sentía mucho tener que rendirles cuentas a sus críticos, pero creía que era necesario. En el capítulo 9 expone los distintos "derechos" que tenía por ser apóstol. Al que le dedicó más espacio fue a su derecho de recibir sustento financiero de las personas a quienes servía.
Pregunta: ¿Qué motivaba a Pablo para no exigir que se le sostuviera con dinero?
Pablo había sacrificado ese derecho y se sostenía mientras predicaba el evangelio para que no se le acusara de interesarse sólo en el dinero de los hermanos.
En los versículos 19-23 Pablo amplió su explicación de la manera en que limitaba el ejercicio de sus derechos por el bien de los demás. Nadie proclamó la gloria de la libertad en Cristo con más ahínco que Pablo.
B. Siervo de todos
En el versículo 19 Pablo dijo que era libre pero que se había hecho siervo de todos con el propósito de ganarlos para Cristo. Al llamarse "siervo [esclavo] de todos," da el ejemplo de Jesucristo que dijo: "El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir" (Mateo 20:28).
Aunque Pablo era apóstol de los gentiles, también ministraba a los judíos. Trabajaba entre los creyentes que eran fuertes y maduros y también entre los débiles. Dondequiera que iba. Pablo respetaba la cultura y las convicciones de la gente cuando lo podía hacer sin comprometer las normas de Dios. No ostentaba su libertad ni hacía lo que ofendiera a los que le rodeaban por tener el "derecho".
Pablo estaba consciente de que el pueblo obedecía la ley. A veces él la obedecía por el bien de los judíos a quienes predicaba. Cuando llevó consigo a Timoteo a Derbe y a Listra, Pablo lo circuncidó porque los judíos allí sabían que el padre de Timoteo era gentil (Hechos 16:1-3). En Hechos 18:18 Pablo se rapó la cabeza después de haber hecho un voto, costumbre común entre los judíos. Hechos 21:20-26 registra otra ocasión cuando participó en ceremonias importantes para los judíos para no ofenderlos. Pablo no transigía en la predicación del mensaje de la salvación en Cristo solo. Hizo cosas que no estaba obligado a hacer para poder evitar las ofensas que hubieran estorbado sus esfuerzos de ganar a la gente para Cristo.
Pregunta: ¿Cambió Pablo el mensaje del evangelio haciéndose como judío a los judíos?
Pablo dijo claramente que nunca se había comportado desordenadamente. Sin embargo, cuando ministraba a los gentiles que nunca habían observado la ley de Moisés, respetaba su cultura mientras no entrara conflicto con su lealtad a Cristo (versículo 21). Su referencia al débil (versículo 22), sin duda alguna, era a los creyentes espiritualmente inmaduros de los que escribió en el capítulo 8. Para su beneficio, Pablo no haría uso de su libertad de comer carne ofrecida a los ídolos. "Por causa del evangelio" subraya toda la perspectiva de Pablo en lo tocante a la libertad cristiana. El refrenaría sus propios deseos y libertad si fuera necesario para asegurarse de no estorbar la influencia del evangelio (versículo 23).
Pablo no sugirió que se puede hacer algo sobre lo que se tiene dudas para poder "alcanzar" a los perdidos. Se refería a lo que puede acomodar los sentimientos de ellos sin violar las Escrituras. Si somos sensibles al Espíritu Santo nos dará la sabiduría para conocer nuestras limitaciones. La motivación debe ser ganar al pecador, no aprobar su pecado.
Aplicación
Aunque estamos libres de los ritos de la ley de Moisés, todo lo que hacemos debe glorificar a Dios. Esto debe ser siempre lo primordial. En muchas ocasiones la libertad también incluye a otras personas. ¿Acaso algo que hagamos con conciencia limpia impedirá que alguien encuentre a Cristo o le causará problemas a un cristiano cuya estabilidad espiritual no sea firme?
La libertad es una bendición aun cuando reconozcamos sus limitaciones. Muchos "exigen sus derechos" y se apresuran a quejarse si las leyes estorban esos derechos. Algunas veces estos clamores provienen del espíritu rebelde y la determinación de estar libre de toda restricción. Tal actitud es completamente contraria al Espíritu de Cristo. "Hacer lo suyo" no concuerda con el estilo de vida de sus seguidores.


La armonía entre creyentes


 La armonía entre creyentes
Fondo Bíblico: Juan 13:34,35; Romanos 12:9-13; Efesios 4:26-31; 1 Pedro 4:8-10; 1 Juan 3:11,14
Verdad Central: El Cuerpo de Cristo es fortalecido cuando los cristianos viven en armonía.
Texto Áureo: Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Efesios 4:32
Objetivo
Aprender la importancia de amar y servir a otros, y dedicarnos a cumplir con tal tarea.
Bosquejo
   I. Ámense los unos a los otros.
      A. Un nuevo énfasis en el amor divino
      B. Clave para una vida abundante
   II Ministrando unos a otros
      A. El amor: ¿falso o verdadero?
      B. El ministerio del amor
   III. Vivan en paz
      A. Aborrezcan lo malo
      B. Sigan lo bueno
Introducción
Un obrero cristiano comenzó a trabajar con otros cristianos pensando que no tendría los mismos conflictos que había tenido con gente inconversa. Sin embargo, pronto se desilusionó. Muchas de las características que había observado en los inconversos eran manifiestas en sus compañeros cristianos.
Aun para los cristianos, la armonía interpersonal no viene fácilmente. Cada miembro del Cuerpo de Cristo debe luchar constantemente contra los deseos egoístas que son productos de la naturaleza humana. Los creyentes deben reconocer que son incapaces de vivir en armonía unos con otros. Sin embargo, cuando Cristo es el Señor de estas situaciones, la armonía no sólo es posible, sino llega a ser la norma por la cual los creyentes se conocen.
Comentario Bíblico
   I. Amanse los unos a los otros Juan 13:34,35; 1 Juan 3:11,14
      A. Un nuevo énfasis en el amor divino
El mandamiento de amar no fue totalmente nuevo. La ley estableció que un judío debía amar a su prójimo como a sí mismo (Levítico 19:18). El creyente debe amar a su prójimo (toda persona), pero también debe tenor en mayor interés y amor sincero por otros creyentes. Jesús hizo más que cumplir la ley del Antiguo Testamento. El no sólo amó a su prójimo como a sí mismo, sino que lo amó aun más que a su propia vida. Dio sor vida por cada pecador. En Juan 13:34, el mandamiento que "os améis unos a otros" fue nuevo en que la nueva norma era más alta. Ahora dice, "como yo os he amado", no como "te amas a ti mismo".
El amor que se demuestra según esta norma más alta, prueba al mundo que el creyente es un verdadero discípulo de Jesucristo. El mundo conoce el amor de una madre por su hijo, el amor de un esposo por su esposa, el amor de un patriota a su patria, pero cada uno de estos, por admirable que sea, puede ser egoísta. Pero las demostraciones de amor que le cuestan algo al que las da sin esperar nada a cambio (un verdadero sacrificio), sobresalen porque vienen de un amor especial y divino.
Jesús dio el nuevo mandamiento con el propósito de que el amor abnegado y sacrificado sea lo que distingue a todos sus verdaderos seguidores (Juan 13:35). Así como ellos se aman unos a otros, hasta dar sus propias vidas, se reconocen como discípulos de Aquel que dio su vida en rescate por todos.
      B. Clave para una vida abundante
"Amémonos unos a otros" es el mensaje que los cristianos han escuchado desde el primer día que entraron en el Reino de Dios ("desde el principio", 1 Juan 3:11). "Sed benignos» y "Amémonos unos a otros" (Efesios 4:32; 1 Juan 3:11) son versículos que los niños aprenden desde pequeños. Y aunque los cristianos definen el amor de una manera diferente a como el mundo lo hace, puede ser fácil decir tales palabras sin que realmente signifiquen una diferencia en las relaciones que tenemos con otros cristianos. Podemos hablar del amor, y todavía enojarnos con otros creyentes que no ven las cosas como nosotros.
   Pregunta: ¿Qué quiso decir Juan cuando dijo que el creyente que no ama a su hermano como Cristo amó a la iglesia "permanece en muerte" (1 Juan 3:14)?
Los creyentes no deben buscar sólo "sentirse" salvos, sino que deben procurar que sus vidas muestren la clase de amor que, según las Escrituras, es la evidencia de una genuina salvación. Juan afirma que hemos pasado de muerte a vida si amamos a los hermanos.
Si no amamos a otros creyentes, permanecemos esclavos o muertos espiritualmente. Sin amor, que es el fruto de la salvación, no hemos entrado en la vida que llena y satisface. Eso parece un mensaje duro, pero es lo que dice la Palabra de Dios. El amor no sólo es un buen sentimiento que tenemos por otros creyentes. A veces significa sacrificar derechos y privilegios personales por el beneficio de otros. El amor es la llave que abre la puerta a una nueva vida.
   II. Ministrando unos a otros Romanos 12:9, 10,13; 1 Pedro 4:8-10
      A. El amor: ¿falso o verdadero?
   Pregunta: ¿Cómo puede uno saber si el amor de una persona es sincero o no?
"El amor sea sin fingimiento" (v. 9), les dijo Pablo a los romanos. En los versículos siguientes se nos explica cómo demostrar ese amor.
Por supuesto que no podemos tomar una cinta de medir para ver si estamos demostrando el amor de Cristo a los demás. Si vemos la lista de características que Pablo compartió con los romanos, no debiéramos estar satisfechos a menos que cada día procuremos cumplir con cada una bajo la dirección y con la ayuda del Espíritu Santo. Sólo el amor verdadero que viene de Cristo y es inspirado por El puede revelar que el amor del mundo es falso y no puede satisfacer.
      B. El ministerio del amor
En 1 Pedro 4:8-10, Pedro animó a los creyentes a demostrar amor hacia otros activamente. El amor no es verdadero hasta que ministre a otros. Debemos amar como Cristo nos amó a nosotros y murió por nuestros pecados. Su gran obra por la humanidad fue una gran labor de amor y ministerio. "Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Marcos 10:45). Ese es el ejemplo para nuestro amor.
El amor cubre una multitud de pecados (1 Pedro 4:8). No ignora el pecado; más bien ve las faltas de otros. Pero este mismo amor no mantiene una actitud de crítica. No condena a otros cuando cometen un error. A veces, a un hermano débil en la fe se le acusa de tener malos motivos. "Él quiere tomar el poder en sus manos" o "él me molesta intencionalmente". El amor dice: "Él está tratando de hacer lo mejor posible, pero realmente no sabe lo que es mejor." El amor también puede decir: "Él no quiso ser abusivo, sólo estaba tratando de usar un poco de humor pero le salió mal." El amor busca lo mejor en todos, aun cuando la razón humana sugiere los peores motivos. En verdad cubre una multitud de pecados.
El amor es acogedor, y lo hace voluntaria y generosamente. El ser acogedor es más que invitar a los vecinos o amigos a una cena. Ser verdaderamente acogedor es extender una invitación al forastero y al pobre que no pueden devolver el favor. El amor da abnegadamente, así como Cristo cuando dio su vida por nosotros sin esperar que le devolviéramos el favor. Si el amor se da de mala gana, entonces no es sincero. Ese amor es hipócrita, si es que puede llamarse amor.
El amor que demostramos a otros es un reflejo de lo que Cristo nos ha dado a nosotros (versículo 10). El ministerio es servir y ayudar a otros. Cada creyente puede haber recibido uno o muchos dones que pueden usarse para edificar y bendecir a otros. "Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros" (versículo 10). Cualesquiera que sean los dones que la gracia de Dios le ha dado, el creyente debe depender de los recursos y la provisión de Dios para ministrar a otros. Los dones no son para ganancia o gloria personal, sino para edificar el Cuerpo de Cristo en un espíritu de amor.
El amor ministra a otros de acuerdo con "la multiforme gracia" (versículo 10). ¿Qué es "multiforme gracia"? Algunos piensan que "multiforme" significa muchos o multiplicado. Pero como se usa aquí, no se refiere a cantidad o calidad. Más bien es "diversidad". La gracia de Dios, cuando es ministrada a otros por medio de los dones de Dios, es diversa y multifacética. El Espíritu dice por medio de Pedro: "Sean buenos administradores de la gracia y los dones que Dios les ha dado. Permitan que Dios use sus vidas para ministrar a otros por medio de sus dones, y así muestren a otros los muchos aspectos de la maravillosa gracia de Dios. Cuando el amor sincero motiva estos ministerios, no hay límite de lo que Dios puede hacer por medio de nosotros.
   III. Vivan en paz Efesios 4:26-31
      A: Aborrezcan lo malo
Efesios 4:26-31 describe una serie de actitudes y acciones que no deben caracterizar a un creyente. El versículo 26 recalca una emoción que, aunque no es pecado en sí, puede llevar al creyente a pecar. El creyente debe tener mucho cuidado con cómo usa el enojo.
   Pregunta: Si tenemos que esperar hasta que se ponga el sol sobre nuestro enojo, ¿cuánto tiempo tendrán que esperar para deshacerse de su enojo las personas que viven donde el sol no se pone por meses enteros?
Aunque esta pregunta suena un poco rara, debemos buscar la enseñanza fundamental tras las palabras literales del versículo 26. En vez de pensar sobre cuánto tiempo podemos permanecer enojados sin desobedecer las Escrituras, debemos hacer todo lo posible por deshacernos del enojo. Debemos cumplir con esto por nuestro propio bien más que por el beneficio de la persona o cosa con que nos enojamos. El enojo, cuando no tiene ningún control, puede contaminar todo el sistema de uno.
La primera parte del versículo dice que el enojo en sí no es malo. Hay ciertas cosas con las cuales podemos permanecer airados después de que se pone el sol. Son las mismas cosas con las que podemos estar airados sin pecar: la hipocresía, deshonestidad, inmoralidad, las malas acciones, el pecado, etc. Podemos enojarnos contra el pecado, pero no debemos dejar que nuestro celo se degenere y nos haga odiar al pecador. Jesús estaba enojado contra la hipocresía de los fariseos; sin embargo, Él los amó tanto que dio su vida para que ellos pudieran ser salvos si clamaban a Él.
A veces es difícil saber la diferencia entre el enojo que es apropiado y el que es pecado. Si hay rastro de malicia o amargura en el enojo, se vuelve pecado. Debe ser tratado inmediatamente, sin esperar que el sol se ponga.
El versículo 27 identifica al enojo con el desarrollo del pecado. El enojo es muy peligroso, porque muchas veces le da "lugar al diablo" en nuestra vida. El fundamento para la paz en todas nuestras relaciones se pone cuando nosotros prevenimos que Satanás no tome la oportunidad de obrar sus artimañas en nuestra vida.
Los versículos 28-31 amplían más la escena para advertirnos contra toda conducta que Satanás promoverá en la vida de un individuo. El cristiano no debe hurtar (v.28) ni decir palabras corrompidas (v.29). El creyente no debe hacer nada para contristar al Espíritu de Dios (v.30), y esta declaración va seguida de una lista entera de pecados específicos (v.31).
      B. Sigan lo bueno
   Pregunta: ¿Qué es lo que sobresale en Efesios 4:32?
Mientras que los versículos anteriores incluían una acción distinta que se debe seguir, el mayor énfasis de los versículos 26-31 parece ser evitar el pecado. El versículo 32, sin embargo, cambia completamente a lo positivo. Pablo no quería presentar una lista de pecados que hay que evitar. Probablemente nadie vendría a Cristo si un creyente se concretara a anunciar todas las clases de pecado que evita. En cambio, las personas son atraídas a Cristo cuando los cristianos ponen el amor de Dios en acción.
Hacer algo amable no es lo mismo que ser amable. Darle dinero a un mendigo es un acto de bondad, pero puede ser motivado por un sentido de culpabilidad, para aparentar, el orgullo, o para ocultar su propio sentido de opulencia. Preguntarle al mendigo de qué tiene necesidad y darle a sí mismo a través del regalo material es el acto de bondad que importa más.
La bondad que Dios desea viene de un corazón misericordioso y perdonador. Esto es algo que se ve muy poco hoy día. Ya que el hogar, la escuela, el lugar de trabajo y aun la Iglesia se están convergiendo en lugares de conflicto, hace falta gente misericordiosa y amable. Conforme los cristianos cultivan en sí mismos corazones benignos, misericordiosos y perdonadores, pueden deshacerse del conflicto e introducir la paz de Cristo en donde viven y trabajan.
   Aplicación
 Podemos acusar a una iglesia de ser carnal; podemos dar ejemplos de conducta que carece de amor entre creyentes. Pero al final de cuentas, nuestra atención debe enfocarse en nosotros mismos. Al no demostrar el amor de Cristo hacia otros, nos volvemos tan culpables como los demás a quienes estamos culpando. Cuando nosotros como individuos empezamos a cambiar, la Iglesia puede ser todo lo que Dios quiere que sea.
Nosotros no somos capaces de amar así como Cristo nos amó primero. Para poder amar con ese amor abnegado y sacrificado que Cristo tuvo por nosotros cuando fue a la cruz, necesitamos la ayuda del Espíritu Santo. El primer fruto del Espíritu que se menciona en Gálatas 5:22 es el amor. Algunos comentaristas creen que las últimas ocho partes del fruto del Espíritu son simplemente términos que ayudan a definir lo que es el amor genuino. En otras palabras, el fruto del Espíritu es amor. Punto y se acabó. Y si quiere saber si tiene amor, fíjese si tiene lo siguiente: gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
Finalmente, ¿tiene un corazón que desea ministrar a otros? ¿Sinceramente quiere servir a otros más que a sí mismo? Esa es la obra del Espíritu Santo. Puede vivir en armonía con todos los hijos de Dios.


sábado, 19 de noviembre de 2011

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jueves, 3 de noviembre de 2011




COMO CRECER EN LA GRACIA..........?
Verdad central: Todo cristiano debe crecer en la gracia de Cristo.
Texto áureo: Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 Pedro 3:18).
Trasfondo bíblico: 2 Pedro 3:18
Bosquejo:
I. Comprenda lo que es la gracia
A. La gracia definida.
B. La gracia capacita.
II. Acepte la gracia de Dios
A. Gracia revelada
B. Gracia aceptada
III. Use la gracia con prudencia
A. No en vano
B. En el servicio fiel
Objetivo
Saber lo que es la gracia de Dios y resolverse a crecer en la gracia.
Introducción
La concepción de un ser humano es un acontecimiento maravilloso y misterioso. Aunque la raza humana no entiende por completo la maravilla de la concepción, los científicos han descubierto muchos hechos asombrosos respecto a ese don de Dios. El ambiente y la formación influyen en cada persona, pero muchas de las características físicas y algunas de las psicológicas de una persona están determinadas por los códigos genéticos transferidos a un nuevo ser humano en la concepción. El programa genético de los padres se transfiere al niño que no ha nacido aún. Los genes de los padres determinan el color de los ojos, el género y una predisposición de la personalidad, y muchas otras características del nuevo niño.
En el momento de la salvación, Dios convierte a las personas en nuevas criaturas (2 Corintios 5:17). Los cristianos reciben un "programa espiritual" para su vida. Dios conoce la potencialidad en cada cristiano y quiere que cada creyente crezca, siendo más semejante a Cristo cada día. --- '
Esta lección nos ayudará a entender la naturaleza de la gracia de Dios y cómo podemos recibir esa gracia y crecer en ella. Mientras estudiamos la gracia de Dios, pida que el Espíritu Santo le ayude a crecer en esa gracia.
Comentario Bíblico
I. Comprenda lo que es la gracia (Efesios2:8-10)
A. La gracia definida
La gracia de Dios no es algo sin lo cual podamos vivir. No es un lujo, sino una necesidad ineludible si hemos de tener una relación con Dios. En Efesios 2, Pablo nos enseñó con toda claridad el lugar de la gracia en nuestra vida.
En los versículos 1-3, Pablo describió la condición perversa de los que viven sin Cristo. El versículo 4 es el punto decisivo en la descripción que hace Pablo de los seres humanos antes de Cristo y lo que ocurre en la salvación. Gracias al "gran amor" de Dios y a su riqueza en misericordia, Él nos dio vida en Cristo. Esa acción de Dios que nos dio salvación ha llegado a nosotros por la gracia de Dios (v. 5).
Pregunta ¿En qué sentido es la salvación una señal de la gracia de Dios (Efesios 2:8)?
La gracia es un don admirable de Dios; es su misericordia inmerecida. No hay nada que podamos hacer para ganar la gracia de Dios o justificarnos delante de Él. El pecado deformó y debilitó la imagen de Dios en nosotros, y nos volvimos esclavos del pecado (Romanos 6). Como no podíamos llegar hasta Dios, Él, por su gracia, llegó hasta nosotros.
Pregunta ¿Por qué Pablo afirmó que somos salvos mediante la fe?
Se acepta la gracia de Dios mediante la fe. Es un factor fundamental en la salvación. Para ser salvos, debemos creer que Jesucristo murió por nuestros pecados. También debemos llevar una vida de fe cada día para agradar a Dios. Toda la vida de un cristiano se basa en la fe en Dios.
No se puede ganar la gracia de Dios (w. 8,9). La frase "don de Dios" se refiere a la salvación que se nos da gracias a la bondad de Dios. No de puede ganar un regalo. Si se ganara, no sería un regalo, sino una obligación con quien trabajó. Por eso Pablo pone en claro que la salvación no es de "vosotros" y "no por obras, para que nadie se gloríe".
Pregunta ¿De qué manera son los creyentes "hechura" de Dios
La gracia de Dios es evidente en nuestra vida mediante la salvación que ofrece | por medio de Cristo. Cuando quienes nos rodean vean el poder transformador; de Dios en nuestra vida, comprenderán que no hemos hecho esos cambios nosotros mismos. Y mientras seguimos sirviendo a Dios, nuestras obras de bondad para los demás darán una prueba más de la obra transformadora de Dios en nuestra vida.
Las buenas obras deben mostrarse con naturalidad en la vida de su pueblo. Esas obras no nos conceden la misericordia de Dios, pero muestran que hemos aceptado la gracia de Dios mientras nos esforzamos en el nombre de Cristo. ¡Al pueblo de Dios se le llama a una vida de buenas obras (v. 10)!
B. La gracia capacita
El don de salvación de Dios se le presentó a la raza humana por medio de Jesucristo (Tito 2:11). La gracia de Dios está al alcance de todos los que la acepten. Él desea que todos sean salvos. La gracia de Dios por medio de Jesucristo es la única solución al dilema del pecado y de la separación de Dios.
Pero la gracia no es sólo la inmerecida misericordia que da salvación, sino que es lo que permite que llevemos nuestra vida de una forma que sea agradable a Dios.
Pregunta ¿A qué nos enseña la gracia a decirle que no?
La gracia nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos. Nos instruye y capacita para decirle que no al pecado.
La impiedad se refiere a la irreverencia por las cosas de Dios, una elección consciente de no hacer caso de las exigencias de Dios. Los deseos mundanos se refiere a los deseos que caracterizan a quienes no conocen a Dios o no viven para Él.
Pregunta ¿A qué nos enseña la gracia decirle que sí?
La gracia nos hace percatarnos de lo que Dios quiere y nos aconseja que hagamos. No sólo nos enseña las prohibiciones de la vida cristiana, sino que también nos guía a las acciones del vivir para Dios. El vivir con sobriedad alude al dominio de sí mismo. Ese dominio propio es una disciplina interior del pensamiento y de las emociones de modo que nuestra vida muestre la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Romanos 12:2). El vivir rectamente alude a una conducta que sea justa y recta con los demás. El vivir en santidad se refiere a consagrarse a Dios y a glorificarlo en todo lo que hacemos (Colosenses 3:17).
La gracia también nos capacita para que sirvamos a Dios. Pablo el apóstol fue un gran ejemplo de esa gracia capacitadora (1 Corintios 15:9,10). Estaba plenamente consciente de que no era digno de que se le considerara apóstol porque había sido perseguidor de la Iglesia. Pero lo que había procurado destruir ahora la gracia de Dios lo estaba capacitando para edificar.
Pregunta ¿Qué podemos aprender la declaración de Pablo: "Por la gracia de Dios soy lo que soy"?
Es importante permitir que la gracia de Dios obre plenamente en nosotros. Dios nos ha transformado. El ha perdonado y olvidado nuestro pasador Debemos aceptar la obra de gracia en la salvación en la capacitación para que podamos servir No permita que la gracia de Dios que se le concedió sea en vano o sin efecto. Aunque las palabras de Pablo se escribieron para alentar a sus lectores corintios, también él nos aconseja a cada uno de nosotros: "Estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano" (1 Corintios 15:58).
II. Acepte la gracia de Dios (Juan 1:16,17)
A. Gracia revelada
Se nos revela la gracia de Dios mediante las bendiciones que recibimos de Él. Eso es cierto no sólo para quienes han recibido su gracia por fe, sino para todas las personas (Juan 1:16). Jesús enseñó acerca de esa gracia, la compasión de Dios, en el Sermón del monte. Él es el "que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos" (Mateo 5:45) No debemos olvidar que toda buena dádiva y todo don perfecto viene de Dios (Santiago 1:17).
Pablo, habiéndoles a los griegos, explicó que Dios ha derramado sus bendiciones sobre todas las personas, "haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones" (Hechos 14:17). Dios ha revelado su gracia mediante su creación y su cuidado constante de todo lo que ha hecho.
La ley se le dio a Moisés cuando Dios le dio instrucciones respecto a cómo quería que viviera su pueblo del pacto (Juan 1:17). ¡Cuan misericordioso fue ese acto de revelación! Dios, el Creador, en su gran amor a quienes hizo, se da a conocer a sus criaturas.
La ley era buena, pero había un problema: la pecaminosa naturaleza humana. Dios, reconociendo esa debilidad, envió a Jesucristo a condenar el pecado en el hombre pecador y a revelar la gracia y la verdad de Dios (v. 17; véase Romanos 8:1-4). Habiendo aceptado la gracia de Dios, ahora las personas pueden cumplir los justos requisitos de la ley gracias al poder del Espíritu Santo. El Pentecostés es una de las mayores pruebas de la gracia de Dios. El bautismo en el Espíritu Santo nos da poder, poder para ser sus testigos y poder para llevar una vida recta.
B. Gracia aceptada
Imagínese cómo se sentiría si usted descubriera la cura para la más terrible enfermedad que se conozca hoy. Usted brinda gratuitamente esa medicina. Hasta se la lleva a quienes la necesitan. Pero en vez de aceptar con alegría esa cura salvadora, los enfermos la rechazan y mueren.
Dios nos ha provisto de un remedio para el pecado: gracia mediante la sangre preciosa de Cristo. No debemos rechazar su gracia. El rechazarla resultará en la eterna separación de Dios.
Dios ha provisto no solamente la gracia que necesitamos, sino también los medios para alcanzarla. Entre esos medios están las personas capacitadas, la oración y la debilidad.
Efesios 4:7 habla de la gracia que se nos ha dado "conforme a la medida del don de Cristo". Cristo pone siervos llamados y ungidos en la Iglesia para que sirvan al pueblo de Dios. Por medio de estas personas —apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros— Dios puso su gracia a disposición del cuerpo de creyentes. En realidad, Dios usa a todos los cristianos para que sean instrumentos de su gracia para que se edifiquen unos a los otros y edifiquen todo el cuerpo en amor (Efesios 4:11-16).
La oración es otro medio de aceptar la gracia de Dios. Santiago les dice a sus lectores que no habían recibido de Dios porque no le habían pedido (Santiago 4:2). Hebreos nos alienta a que nos acerquemos "confiadamente al trono de la gracia" (Hebreos 4:16). El mismo Jesucristo que obtuvo nuestra salvación mediante su muerte, fue resucitado de los muertos y ha ido al cielo a servir como nuestro sumo sacerdote. Él se compadece de nuestras debilidades y tentaciones. Podemos acudir a Él para alcanzar misericordia, compasión y gracia para nuestras necesidades.
El apóstol Pablo aprendió que la gracia de Dios puede recibirse en la debilidad y en tiempos de necesidad. Para Pablo, era un aguijón en la carne. Aunque no se sabe con certeza cuál era ese problema, hizo que se sintiera débil. Pudiera incluso haber sentido como si eso estorbara su servicio a Dios. Cuando le pidió al Señor que quitara la causa de la debilidad. El Señor le recordó a Pablo que su gracia era suficiente. La gracia capacitadora de Dios que Pablo recibió le ayudó a vencer su debilidad. Pablo llegó a regocijarse en su debilidad en vez de quejarse de su aflicción. Pablo aprendió, como debemos aprender nosotros, que la verdadera fortaleza es Dios obrando en nosotros por su gracia, no por nuestros talentos y aptitudes naturales.
III. Use la gracia con prudencia (2 Corintios 5:20-6:1)
A. No en vano
La gracia de Dios es una bendición prodigiosa. En muchos aspectos eso no tiene sentido. ¿Por qué alguien que amara tanto lo sacrificaría todo por el bien de otro?
Pablo contesta esa pregunta en 2 Corintios 5:20,21. Dios quiere ser nuestro amigo. Quiere librarnos de la esclavitud del pecado y darnos la gloriosa libertad de ser hijos de Dios (Romanos 8:21).
Fue con ese fin que Pablo sirvió como embajador de Cristo. Él era representante de Dios y hacía este llamamiento:
"Reconciliaos con Dios" (v. 20). Los que en Corinto oyeron ese llamado y respondieron a él habían aceptado la misericordia y la gracia de Dios.
Pablo declaró que seguía colaborando con Dios en la exhortación a esos creyentes de que no recibieran "en vano la gracia de Dios" (6:1). La Biblia tiene muchos ejemplos de personas' que han presenciado una obra poderosa de Dios que se han apartado de Dios y han desperdiciado la gracia de Dios.
Pregunta: ¿Cuáles son algunos ejemplos bíblicos de los que han desperdiciado la gracia de Dios?
El primer ejemplo fue Caín. Rechazó la reprensión de Dios después que había ofrecido un sacrificio inaceptable. Judas, a quien se había escogido como apóstol, traicionó a Jesús. Demas, un compañero de Pablo, abandonó el ministerio "amando este mundo" (2 Timoteo 4:10).
Debemos también tener cuidado de confiar en que la gracia de Dios nos mantenga cerca de Dios. El amor a este mundo, el orgullo y la autosuficiencia pueden hacer que desperdiciemos la gracia de Dios. El gran himno de la iglesia, "Sublime gracia", dice: "Su gracia siempre me libró y me guiará feliz."
B. En el servicio fiel
Dios nos da un don (o dones) a cada uno para que nos sirvamos los unos a los otros. Este concepto no sólo se encuentra en la carta de Pedro, sino que es importantísimo para la interpretación paulina de la Iglesia.
No para minimizar la importancia del pastor-maestro o evangelista, pero con demasiada frecuencia tenemos el concepto de que sólo quienes le dedican al ministerio todo el tiempo tienen el don del ministerio. Las listas de los dones en Romanos 12:3-8 y 1 Corintios 12:27-31 desaprueban con toda claridad semejante idea. Cada uno de nosotros ha recibido un don que nos permite ministrar la gracia de Dios mediante el poder de Dios. Pedro nos ordenó que lo usemos para ministrar a "otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios" (1 Pedro 4:10).
La meta de ese ministerio tiene dos aspectos: ayudar a los demás a crecer en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y darle alabanza y gloria a Dios.
Se cuenta la historia respecto a un trabajo que debía realizarse en la iglesia. Todos pensaban que alguien lo haría, pero nadie lo hizo. Resolvamos usar sabiamente la gracia de Dios sirviéndole fielmente.
Aplicación:
Es impresionante pensar en la grandeza de la gracia de Dios para nosotros. El Creador del universo desea ser nuestro amigo. No es porque haya algo digno en nosotros, sino porque Dios nos creó y nos ama.
No permita que el sentido de culpa impida que usted busque la gracia de Dios. Tal vez sienta que los fracasos pasados lo hacen indigno de recibir su gracia. Pero debe recordar que donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia (Romanos 5:20).
La verdad es que todos éramos indignos de recibir nada de Dios salvo su ira y su enojo. Pero cuando éramos enemigos de Dios, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8). Por eso lo que recibimos de Dios lo recibimos por gracia. ¿Necesita hoy la gracia y la misericordia de Dios? Vaya al trono de la gracia y recuerde que la gracia es las riquezas de Dios a expensas de Cristo.